Es difícil quedarse con los mejores puertos de montaña, parques naturales y sierras del País Vasco. La cantidad es enorme y casi todos impresionantes.

El puerto de Urkiola, que separa Vizcaya de Álava, me impresionó por la enorme subida en la pequeña y serpenteante carretera hasta el santuario de Urkiola.

Cruzando todo el parque natural del mismo nombre, que también merece una visita, con sus rutas de senderismo, sus cuevas y hasta vías de escalada.

La ruta comienza en la salida del pueblo de Durango, en Vizcaya. Ya desde el comienzo de la carretera se ve la impresionante subida y los picos más altos adentrase en las nubes bajas.

El puerto no es de especial altura, pero lo llamativo es la bonita pendiente en la carretera de curvas.

Los ciclistas deben disfrutar muchísimo este entorno, típico en las carreras ciclistas vascas.  El ascenso es de apenas unos 6km, pero desde luego vale la pena.

En verano, la temperatura es fresca, y la humedad muy elevada, tanto que el asfalto aparece mojado. Aunque no llueva.

Las vistas en un día despejado son increíbles.

Casi en la salida de Durango comienza el ascenso y las curvas cerradas en herradura.

A mi, que vengo del llano de la Mancha, me impresionó a pesar de que he subido unos cuantos puertos de montaña.

La carretera se cierra en incontables curvas, con una media aproximada del 12% de desnivel.

Todo esto rodeado de un espeso bosque de robles y hayas. Otra vez, el color verde lo envuelve todo.

Entre curvas cerradas y pendientes que apenas dejan descanso, de hasta un 14%, se alcanza el punto más alto de la ruta, el santuario de San Antonio Abad.

Con su famosa piedra que hay que rodear si se quiere encontrar pareja. Y creo que hay que girar en sentido contrario si se quiere perder pareja...

Desde arriba, las vistas son increíbles, si tienes suerte de encontrar un día despejado.

También hay un restaurante frente al santuario.

Desde este punto comienza el suave y largo descenso por el parque natural, hasta la llanura Alavesa.

El descenso ya no ofrece curvas cerradas, lo que permite aumentar la velocidad, hasta llegar al pueblo de Otxandio, y más adelante al gran embalse de Urrunaga, donde poder detenerse a contemplar el paisaje y hacer unas fotos.

El clima mejora conforme se avanza en el descenso.

Ya en este punto se nota en el tráfico y las carreteras la proximidad de la bonita ciudad de Vitoria.

Parece increíble que a tan pocos kilómetros hemos estado en un puerto de montaña tan impresionante.  A mí, sin duda, me gustó.